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viernes, 14 de noviembre de 2014

Tecnológicamente paseando



Caminar por aquel lugar. Uno nunca sabe por dónde arrancar y por donde terminar el recorrido. Se llega con la esperanza de recorrer todo en el día y siempre queda algo interesante que faltó ver. Estoy hablando de aquella mega muestra que visité el último lluvioso fin de semana.
Las coloridas luces hacían alarde de la magnitud de Tecnópolis desde muy lejos. Las personas muy tímidas se acercaban por la entrada mientras que otras se sacaban fotos muy sonrientes con las estructuras metálicas gigantes juntas. Había empezado a caer una suave llovizna que no parecía ser de gran preocupación. Sin embargo ésta empezaba a caer en mayor cantidad durante el mediodía, a cántaros.
Para muchos este comportamiento climático estaba anunciado, pero no logró nuestra retirada. Porque las personas corrían a buscar refugio sobre cada espacio techado en el inmenso predio. No hay mejor lugar para hacerlo que en los enormes pabellones cubiertos en donde cientos de puestos esperaban con ansias al espectador curioso y visitante que quisiera probar un sabor que no se encuentra en cada esquina.
 Tengo que admitir que las personas estaban un poco molestas ese día. Una situación entendible ante el disgusto de la lluvia que inhabilitaba la posibilidad de vivir la totalidad del predio, y la gente amontonada sobre cada entrada y puesto, lo que a su vez hacía muy complicada la circulación normal.






Aquel espacio de tecnología, ciencia, arte e industria se había convertido rápidamente en un refugio contra la incesante lluvia que incrementaba su fuerza conforme pasaban las horas. Arruinó las actividades al aire libre que eran tan numerosas como las techadas. Dentro del pabellón tecnológico había mucha juventud que corría libremente por los amplios pasillos y que se detenía a cada momento a observar aquellas pantallas gigantes que recrean en tiempo real la imagen de uno pero ampliada cientos de veces. Estar allí era claramente una de las cualidades del sector, sorprenderse por ver siempre cosas nuevas.
Quisiera estar relatando aquellos fines de semana en los que iba y estaba perfectamente soleado, con todas las actividades a pleno y muchas ofertas para ver en el parque. Pero la lluvia siempre lleva su atractivo, quienes en parte la pasaban mal eran los visitantes al verse ligeramente apretados entre ellos por la mala circulación. Felices estaban los encargados y puesteros del festival de Raíces, el que se realiza todos los años y posee diversa oferta gastronómica y cultural que reparte por tecnópolis distintos sabores del país especialmente para el alcance del público. Miles de personas habían, increíble. Pese al mal clima no paraban de llegar, siendo el anteúltimo día en el que continuaba abierto no importaban aquellas frivolidades.
 Ante la consigna de este año de “Un mundo para descubrir” se observaban sobresalientes aquellos dinosaurios de cuellos largos del tamaño de edificios de cinco pisos al menos. Finalmente la lluvia cedía pero sin detenerse permitía al público moverse con un poco más de libertad que antes. La gastronomía al aire libre había recobrado a su clientela asediada por la lluvia atendiendo sobre los puestos muy ingeniosamente preparados.
Lejos de los galpones tecnológicos, como los llamo yo, estaban el parque jurásico. El famoso y más grande de la exhibición era el brontosaurio. Y nunca debe faltar el Tiranosaurio Rex. Todos y cada uno de ellos con un movimiento distinto en sus extremidades. Desde el más pequeño niño hasta el adulto mayor se deleitaban con semejante exposición sumamente realista que incluía el sonido de los animales en parlantes muy potentes. La escenografía de selva armada era especial ya que ambientaba de la mejor manera.
No existe desperdicio de espacio en todo el predio, porque la ubicación de cada objeto, espacio, está diseñado para mantener un equilibrio que no impacte de forma negativa al visitante. A la izquierda de la exposición de dinosaurios se encuentra el imponente parque de skate de Tecnópolis. Si no es el más grande de Argentina es uno de los más grandes jamás construidos. Con amplios tazones, escaleras y barras para hacer saltos de los expertos, es el deleite de todo skater. Estaba ese día vacío y cerrado por las autoridades del parque, por supuesto. El agua no permite el correcto movimiento de las tablas ya que podrían resbalar y provocar el accidente de la persona que está sobre la misma o peor, sobre otra persona.
Continuando el recorrido, ya que el sol estaba saliendo, estaban los espacios de ciencia y tecnología de la nación ubicada sobre la principal peatonal de lado a lado. Cada uno con un motivo distinto que enorgullece a la nación por ser empresas argentinas.
En conmemoración a YPF sobre la entrada del parque se encuentra un ficticio surtidor de la petrolera con sus respectivos playeros. Cada sector del parque tiene al menos una pantalla led con la respectiva explicación que merece la exposición detrás en detalle. La minería, los yacimientos petrolíferos, los simuladores de vuelo, y la réplica del famoso cohete argentino Tronador lanzado al espacio por CONAE se encontraban sobre la principal calle del parque.
Volviendo a la entrada principal estaba la exposición, o más bien, el avión Boeing-747 de Aerolíneas Argentinas. Lamentablemente por la lluvia también estaba cerrada su entrada. Pero cuando funciona con normalidad la exposición muestra un ficticio Check-In para que los pasajeros visitantes del parque puedan vivir la experiencia de sentarse en un avión completando la burocracia principal para aprender y viajar cuando quieran. Se tiene que subir a una escalera para ingresar y cuando las puertas están cerradas arranca el simulador de vuelo. Cada ventana del avión tenía un led que simulaba el despegue y el vuelo a grandes alturas con el sonido correspondiente.
Tecnología de punta aunque no había movimiento de turbulencia, claro. Aquella es una experiencia digna de vivir cuando no llueve. Como la atracción del tren que recorre la enorme extensión del parque en un recorrido que a pie dejaría ampollas.




“Un mundo para descubrir” fue este año y sorprende todavia ese mundo a sólo los visitantes que tuvieron la oportunidad de acercarse, el que viene nos podría llegar a sorprender, sólo hay que estar atentos y curiosos.
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